martes, 27 de enero de 2009

Pretender ingresar a la sociedad del conocimiento es una paradoja.

Este ha sido el eje del trabajo que llevara a cabo el ex rector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry a través de una investigación que nos invita a poner los pies sobre la tierra respecto a la realidad de la educación en América Latina (se resaltan algunos aspectos en color)

Que América Latina pretenda ingresar a la llamada Sociedad del Conocimiento es -según Jaim Etcheverry rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) entre 2002 y 2006- una paradoja. La investigación que realizó confirma que “América Latina cuenta más de 30 millones de analfabetos, el 40% de sus jóvenes y adultos no completó la educación primaria y casi el 30% de los jóvenes no estudia ni trabaja”.

El estudio también afirma que “existe, además, una marcada desigualdad social: mientras que los alumnos que provienen del 20% de las familias que tienen mayores ingresos reciben, en promedio, once años de educación, los de familias que se encuentran en el 20% de menores ingresos sólo logran permanecer, en promedio, tres años en el sistema educativo. La Argentina no escapa a estas distorsiones. El porcentaje de la fuerza de trabajo (personas de entre 15 y 64 años) que no ha completado la educación media, hoy considerada como el mínimo requerido para trabajar, es entre nosotros del 58%. En Canadá, por ejemplo, el porcentaje equivalente es del 16%”.

Otro indicador preocupante que menciona la investigación lo constituye el hecho de que, en el mismo grupo de edad, sólo contamos con un 14% con educación terciaria completa frente a un 38% en Suecia.

“Las diferencias entre grupos sociales también se observa entre nosotros. Hoy hay alrededor de novecientos mil jóvenes argentinos menores de 25 años que no estudian ni trabajan. Estas pocas menciones comparativas bastan para resumir la enorme deuda social que, en materia educativa, enfrenta nuestro país”.

Etcheverry explica que “en otras palabras, debemos hacer un esfuerzo para educar a un mayor número de personas. Pero también es preciso tener en cuenta que con eso, no es suficiente. Deberíamos educarlas mejor. Numerosas investigaciones acerca de la calidad educativa demuestran nuestro alarmante retraso. En este sentido, resultan muy ilustrativos los resultados del estudio PISA, una comparación internacional del rendimiento educativo de jóvenes de 14 años realizado en un gran número de países del mundo en el que ha participado la Argentina en los años 2000 y 2006. Del último estudio surge que el 58% de los jóvenes argentinos prácticamente carecen de capacidad de comprender lo que leen. Es preciso tener presente que se trata de jóvenes que están asistiendo a la escuela ya que la investigación se realiza en ese ámbito. El porcentaje equivalente en países como Finlandia o Corea es de 6%. Otro aspecto preocupante es la escasa cantidad de jóvenes con elevada capacidad de comprensión lectora: mientras que entre nosotros es del 0,9%, en Canadá o Australia se encuentra entre el 10% y el 15%”.

En el estudio de 2000 ocupamos el puesto 34 entre los 41 países estudiados y en 2006, nuestra posición fue 52 entre los 57 países.
Similares deficiencias se advierten en lo que respecta a los conocimientos en matemática y en ciencia. Así, por ejemplo, mientras que en la Argentina el 56% de los jóvenes posee muy escasos conocimientos de ciencia, en Canadá, Corea o Japón, se encuentra en esa situación alrededor del 10% de los jóvenes. El estudio también demuestra que los demás países de América latina comparten esta crisis de la calidad educativa, con algunas diferencias entre ellos, como lo demuestran el estudio citado y otras investigaciones.

Otro aspecto que ocupó el análisis de Guillermo Jaim Etcheverry afirma que “más allá de la confiabilidad de la valoración de la calidad de las universidades, una cuestión que presenta grandes dificultades técnicas, las investigaciones realizadas coinciden en demostrar el retraso de las universidades de Iberoamérica. Así por ejemplo, entre las doscientas mejores universidades del mundo solo hay cuatro del área y la Argentina está solamente representada por la Universidad de Buenos Aires”.

Si se analiza el presupuesto asignado por los respectivos gobiernos al mantenimiento de las universidades se comprueban serias distorsiones. Por ejemplo, mientras que el total de las universidades nacionales argentinas, algo más de 40, insume en 2009 cerca de 2.500 millones de dólares, una sola universidad de México, la Nacional Autónoma, recibe casi 2 mil millones y una del Brasil, la de San Pablo, 1.300 millones. La cifra asignada a la Universidad de Buenos Aires, que junto a las dos mencionadas figura entre las primeras doscientas en las evaluaciones internacionales, cuenta con un presupuesto asignado inferior a los quinientos millones de dólares, con un número de estudiantes notablemente superior. De allí que el reclamo por el retraso presupuestario de nuestras universidades esté claramente justificado y para fundarlo basta con mirar en nuestro continente.

Uno de los mejores indicadores de las prioridades sociales es el análisis de los presupuestos públicos. En este sentido, resulta ilustrativo comparar los porcentajes del PBI que invierte cada país en educación en general y en educación superior en particular. Los porcentajes aconsejados por organismos internacionales son del 6% y del 1,5% respectivamente. Sin embargo, cuando se arrastra una deuda como la comentada, esos porcentajes deberían incluso ser mayores.

Otra manera de analizar la posibilidad de ingresar a la “sociedad del conocimiento” es considerar la inversión que un determinado país realiza en investigación científica y desarrollo. Así, por ejemplo, mientras Japón y los EE.UU. invierten casi el 3% de su PBI, la Argentina está invirtiendo poco más del 0,4%. Es de destacar que en los últimos años se ha promovido activamente la actividad científica y tecnológica, relevancia de la que la reciente creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología es una clara evidencia; aunque es preciso reconocer que queda mucho por hacer en este campo. Seis países de Iberoamérica son los que destinan a la investigación y desarrollo el 95% de los recursos totales que a ese fin se invierten en la región .

Se trata, en ese orden, de Brasil, España, México, Argentina, Portugal y Chile. En lo que respecta a la cantidad de investigadores, ocho países concentran el 95% de quienes se dedican a esas tareas en la región. En orden decreciente de investigadores se ubican España, Brasil, México, Argentina, Portugal, Venezuela, Chile y Colombia.

“Del análisis anterior, surge con claridad que la sociedad debe volver a mirar con interés a la educación”, afirma Etcheverry. “Los padres deberían comprender su importancia decisiva para la formación de sus hijos como personas y no sólo como proveedora de competencias de trabajo. Estas siguen siendo las mismas de siempre: comprender lo que se lee, poder expresarse, contar con capacidad de abstracción. La sociedad debe invertir los recursos necesarios para la educación ya que esta, junto con la salud, constituye el factor esencial para garantizar la igualdad de oportunidades y el progreso social.
Hay que replantear el sentido de la escuela. Los padres tienen que decidir si pretenden que sus hijos aprendan algo concreto a la vez que desarrollan sus competencias intelectuales. De ser así, deberán encaminarlos hacia las aulas en actitud de alumnos. Si buscan que los entretengan bastará con seguir cuestionando a la escuela y victimizar a sus hijos, concibiéndolos como criaturas ya terminadas para quienes la escuela es una experiencia opresora a ser superada cuanto antes”, sentenció.

Sólo cuando se revalorice socialmente la educación, se jerarquizará a los maestros, factor imprescindible para volver a poner en marcha el sistema. Sin maestros capaces y respetados, no existe educación de calidad. Lo que resulta claro es que a la “sociedad del conocimiento” se ingresa por la esforzada puerta del conocimiento y por eso, de la actitud que asumamos en relación con el objetivo de la educación dependerá el destino de cada una de las personas y de nuestra sociedad”, concluyó el ex rector de la UBA.

Para pensar y accionar ...

Fuente: Perfil

2 comentarios:

Delia Aguirre dijo...

Tomo la frase de Jaim Etcheverry - "Que América latina pretenda ingresar en la sociedad del conocimiento, es una paradoja" - y digo que aún así, permitiría abrir un debate.

¿Estamos considerando los modos de lectura que ofrecen las nuevas textualidades?

Acaso cuando la UNESCO toma los datos para la elaboración del informe ha tenido en cuenta la complejidad de alfabetización en la Sociedad del Conocimiento?

Creo que da para comenzar a pensar (nos) en "el ingreso a la Sociedad del Conocimiento"


Saludos
Delia Aguirre
Rosario, 2009

Gabriela Spadoni dijo...

Interesante tu planteo, Delia. Con frecuencia poner algo en duda, se convierte en una invitación al debate. Rescato tu visión de pensar (nos) en el ingreso a la sociedad del conocimiento.

Gracias por tu valioso aporte!

Nos seguimos leyendo y enriqueciendo.

Un cálido saludo.

Gabriela - Equipo Motivación Cero.